Zokora, Por: Israel García
Al Sevilla se le atragantó un encuentro que siempre tuvo a su merced, porque fue el que lo dominó con claridad pero, como ocurriera hace dos semanas ante el Athletic, no lo supo rematar, porque le faltó contundencia arriba para imprimir diferencias en el marcador.
El partido empezó con el gol de Fazio, en el minuto 20, que abría las compuertas de la muralla visitante y se antojaba ilusionante, porque en desventaja los coruñeses tendrían que irse arriba. El problema fue que la respuesta de los visitantes fue inmediata y apenas tres minutos más tarde Adrián culminaba una excepcional jugada de equipo en la que la defensa no anduvo alerta.
El empate volvía a poner las cosas como al principio y el choque no varió su curso. Una falta de Perotti que dio en la base del palo izquierdo de Aranzubía pudo haber sido la clave. El Sevilla buscaba los espacios que no existían, con Kanouté bajando a la segunda línea para intentar comenzar jugadas desde atrás... Sin embargo, era en las contras donde más daño hacían los hispalenses y fue en una de ellas, cuando Jesús Navas, asistido por Kanouté, encaró a Aranzubía, que fuera del área le ganó la partida con el hombro al palaciego, en un jugada no exenta de polémica, porque los sevillistas interpretaron que el meta vasco había usado el brazo.
En la segunda parte el Sevilla continuó asumiendo su papel dominante. La iniciativa era suya, pero poco más, porque profundidad no había. Tanto Navas como Perotti estaban muy bien tapados por los laterales deportivistas, que eran continuamente ayudado por los interiores. Esta circunstancia hizo que Stankevicius actuara con mucha libertad y se creciera con mucha brillantez. El lituano no cesó de enviar balones repletos de peligro al área, así como de probar cara a puerta con cierta certeza, encontrándose siempre con un correcto Aranzubía.
Las ocasiones no eran claras, pero llegaban. Kanouté y, sobre todo Luis Fabiano, que saltó al campo por Negredo, con un testarazo genial que daba en el larguero, rozaron el segundo. Sin duda, el cerco estaba puesto, pero el Dépor no renunciaba a nada y salía a la contra con velocidad. Juan Domínguez, a 20 del final, ametralló a Palop en el área chica, pero el valenciano de nuevo, otra vez más, se comió el espacio. Esa jugada motivó a la grada y al propio equipo, que se echó arriba y encerró plenamente a los visitantes. Con Capel y Acosta dentro del campo, por Perotti y Kanouté, el equipo lo intentó por el centro y sobre todo por la derecha... Pero el gol no llegaba, porque ni siquiera se concretaban ocasiones de peso para poder desequilibrar la balanza. Luis Fabiano, con un tiro escorado, o Fazio, de cabeza, buscaron ese tanto que jamás apareció. El Dépor lo puso difícil y el Sevilla intentó estar a la altura, ofreció una versión voluntariosa y valiente, pero con eso no bastó. Con el punto se suma, pero, eso sí, escaso botín.
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martes, 16 de marzo de 2010
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